miércoles, 21 de abril de 2010

Volcan Eyjafjallajokull


El volcán Eyjafjallajokull de Islandia entró en erupción el pasado miércoles, cuando comenzó a expulsar vapor y chorros de ceniza. Esta erupción volcánica no ha sido, sin embargo, de grandes proporciones y no ha causado muertes hasta ahora.
Y sin embargo, la erupción ha perturbado la vida en Europa.
Debido a la expansión de la nube de cenizas por el continente europeo, la cancelación de vuelos hacia y desde esa zona geográfica ha afectado a millones de viajeros por todo el mundo y, según se informa, ha costado a las aerolíneas la friolera de unos 200 millones de dólares diarios.
La erupción de un volcán de reducida escala como el Eyjafjallajokull podría desatar un caos masivo. Por ello, vale la pena explorar las lecciones que deja la reciente crisis de las cenizas volcánicas.
Para empezar, resulta imprescindible contar con un sistema de detección temprana y pronóstico, como forma de evitar males mayores drivados de cualquier erupción.
Suele afirmarse que las erupciones volcánicas son imprevisibles. Pero sí es posible supervisar y prever el movimiento y escala de las cenizas que arrojará el volcán.
Los científicos en Europa cumplieron a cabalidad su deber al detectar con antelación la salida de ceniza del volcán, evitando así incidente potenciales accidentes aéreos.
La revista de actualidad alemana Spiegel divulgó que los meteorólogos islandeses informaron a sus colegas británicos sobre el particular al mediodía del miércoles. Los meteorólogos británicos pusieron a trabajar de inmediato su superordenador y, 15 minutos más tarde, tenían su primer pronóstico sobre las probabilidades de expasión de la nube de polvo.
“Se envió un alerta a las aerolíneas a las 2 de la tarde, mucho antes de que la nube alcanzara el continente europeo,” dijo la revista.
Sin embargo, los europeos reaccionaron tardíamente en cuanto a desviar a los pasajeros atascados en los aeropuertos hacia los ferrocarriles y otros medios de transporte terrestre.
Las estadísticas muestran que al anochecer del domingo, más de 63.000 vuelos habían sido cancelados en 23 países europeos, sofocando de esta forma un flujo financiero vital para la economía del continente.
Debido a la baja disponibilidad de aviones en servicio, los viajeros se vieron imposibilitados de continuar viaje, las piezas de maquinaria no llegaron a las fábricas, los vendedores de comida no pudieron transportar sus mercancías, y a los negocios se les hizo cada vez más difícil mantener su actividad regular.
Como bien reza un viejo refrán chino: “nunca es demasiado tarde para reparar el corral.” La crisis de las cenizas volcánicas en Islandia ha ampliado el conocimiento popular sobre las erupciones volcánicas, por lo que se anuncian ya diversos foros de debate sobre el tema por todo el globo, en Europa particularmente.
El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Barroso, ha decidido implementar una comisión ad hoc para evaluar el impacto de la nube de ceniza volcánica sobre la industria de viajes, la aérea y la economía.
“La nube de ceniza volcánica ha creado una situación sin precedentes,” señaló Barroso en una declaración, añadiendo que es importante que todas las medidas que se consideren sean coordinadas a nivel europeo.
Los ministros de Transporte de los 27 estados de la Unión Europea están planeando una videoconferencia para discutir las contramedidas, con el fin de evitar un impacto más negativo en la economía europea, que todavía se debate hoy por salir de la crisis financiera.
Sin embargo, las compañías ferroviarias y los transportistas por carretera se están beneficiando de la crisis. Las principales líneas de ferrocarriles de toda Europa occidental se vieron atestadas de pasajeros, mientras que los boletos de Eurostar quedaron todos reservados, incluso dos días antes de la salida.
Según la ceniza del volcán se expande a través de las fronteras, crecen las exhortaciones a reforzar la coordinación y cooperación internacionales y regionales.
De hecho, los meteorólogos, las compañías aéreas y los gobiernos de Europa han mantenido intercambios de información oportunos y fluidos desde que se produjo la erupción volcánica.
En 2004, el tsunami del Océano Índico compulsó a la comunidad internacional a incrementar la capacidad de respuesta del sistema de alerta rápida global para tsunamis.
Después, con los terremotos de Haití y Chile, a principios de este año, dicho sistema de alerta rápida desempeñó un papel vital para evitar más muertes y víctimas.
De manera similar, la crisis de las cenizas volcánicas en Islandia podría hacer que los europeos comprendan la importancia de mantener coordinación y cooperación internacionales y regionales más estrechas, con lo cual la supervisión y advertencia sobre expulsión de cenizas volcánicas podrían devenir práctica regular en el futuro.

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